El laberinto del sistema educativo en Bolivia

Artículo escrito por: Pablo Carbone Unzueta
Es bien sabido, y para nadie debería ser una sorpresa que una de las finalidades del gobierno de turno es controlar, manipular, asfixiar y mover los hilos del Sistema Educativo Nacional a su antojo; y más allá de cierta retórica y conceptualizaciones rimbombantes que se contradicen unas con otras en el interior de la ley 070 y en los distintos mandatos gubernamentales que emiten autoritariamente, en la práctica se muestran vacías y lejos de concretarse muchas de las ideas pedagógicas de respetables pedagogos de la historia, son usadas para sostener los insostenible: la imposición a la libertad y a las mentes pensantes. 

Sabemos que el verdadero objetivo de los cambios a tropezones y aparentes "nuevas estrategias, nuev0 currículo" apuntan a una politización y burocratización de la práctica docente; dejando de lado las verdaderas acciones que el maestro pudiera realizar si los tiempos y las exigencias administrativas pasaran a un segundo plano y la prioridad fuera educar, formar agentes de transformación social, política, cultural, brindarles opciones para crear la vida que quieren como sujetos de derecho y seres humanos pensantes que son los estudiantes.

El artículo 3 de la Ley Educativa 070 refiere lo siguiente: “El Estado y la sociedad tienen tuición plena sobre el sistema educativo, que comprende la educación regular, la alternativa y especial, y la educación superior de formación profesional. El sistema educativo desarrolla sus procesos sobre la base de criterios de armonía y coordinación”. La sociedad, armonía y coordinación son meros formalismos para aparentar un diálogo que no existe y que en la realidad nos muestra un trabajo áulico supeditado a una serie de papeleos y actividades burocráticas que lo único que han logrado es ahondar mucho más la crisis de nuestro sistema educativo

Hoy por hoy el docente, tanto de Colegio como de Universidad se encuentra en el laberinto de la burocracia, gastando horas y energías en planificaciones tediosas, repetitivas y que responden a criterios ideológicos y ambiguos; cuando debería estar en continua formación y actualización que posibilite responder a las exigencias de este nuevo siglo, cuando debería estar investigando y produciendo textos y recursos didácticos tecnológicos - materiales que se ajusten a las necesidades puntuales de la nueva era y de un colectivo de estudiantes que no reconoce en la escuela procesos formativos idóneos, permanentes y significativos, cuando debería crear y posibilitar proyectos integrales urgentes que despierten en el estudiantado la creatividad y el pensamiento crítico – reflexivo, cuando debería gestionar contenidos y cultura más allá de las paredes del aula o de un establecimiento, cuando tendría que ser el actor principal para el desarrollo de programas educativos,  para la gestión de políticas lectoras y el articulador de procesos para la prevención de un sinnúmero de situaciones de riesgo que aquejan a la sociedad en su conjunto.



La estupidización a la que han empujado al profe, desde la misma Normal de Maestros, desde los cursillos deformadores e ideologizados que impulsara el régimen del Movimiento al Socialismo; la sobresaturación de planillas absurdas, la desconfianza total y plena en el potencial del docente, la subestimación de la inteligencia de los estudiantes, etc. han generado un ambiente tenso, desmotivador y mediocre que tiene idéntica sintomatología en la formación de nuestros estudiantes: escolares que no quieren leer, poco críticos con la realidad, apegados a una nota, a convertirse en un número “graduable, bachillerable”.

La creatividad intenta ser cercenada por contenidos curriculares impuestos por un régimen, les quieren quitar la posibilidad de agencia política para transformar sus realidades, los limitan a memorizarse datos históricos y literarios erróneos o incompletos, y presentarse, de forma mecánica en libros y trabajos improductivos; por lo tanto, destinados al olvido y el desuso.

Toda esta radiografía no es azarosa, responde a una única intención: visibilizar lo que en los últimos años ha venido agravándose: burocratizar al profe e idiotizar a los estudiantes, para que no piensen, no propongan y no cuestionen; por ende, quieren ciudadanos dormidos, cómodos y pasivos, jóvenes manipulables. Esa es la verdadera finalidad de ejercer un control total de todo el Sistema Educativo Nacional.

No lo lograrán, porque la creatividad de la juventud y el profesorado que no está sujeto al sistema únicamente, van entregando respuestas, opciones educativas que son globales y a la vez locales, hay esperanza fuera del sistema educativo regular del actual gobierno de Bolivia.

El desafío es enorme, porque lo más lamentable ocurre cuando todo este verticalismo se traslada a relaciones jerárquicas e institucionalizadas. Ellos lanzan la "forma original" e inmediatamente se establece un “modus operandi” que cruza a los demás actores de la educación, dejando como saldo un adoctrinamiento que imposibilita lograr lo que esa misma ley plantea: “transformar una sociedad, desde la participación y los consensos, sin limitación y condicionamiento alguno”, como decía al inicio, es una ley con mucha retórica, contradicciones internas e incoherencias, claro está el refrán: “Hecha la ley, hecha la trampa”.